viernes, 18 de noviembre de 2016

mapas




hay alguien que sigue las líneas rastros puntadas de las letras veo encenderse en rojo el mapa que registra estadísticas pantallas abiertas en algún punto del mundo
en Canadá hay alces y arces que enrojecen ahora en otoño después se desvisten poco a poco
aquí hay brisa y hojas que caen siempre por efecto del calor pero los árboles el calor la brisa son perennes
el tiempo es siempre una sábana blanca extendida al sol aquí
en Canadá hay puertas abiertas y suena el francés como en Francia
Francia también sale en el mapa hay adoquines casas de piedra pan crujiente café ojos azules, hay nueve grados hoy en parís también en madrid
en madrid hay un balcón largo y estrecho con parterres de geranios y un albornoz blanco los plátanos también desnudándose el cielo cercano y transparente la luz
hay arriba un valle y un río que lo cruza y un monte que se desnuda poco a poco en otoño pero de robles
más abajo y al este naranjos y un patio en un caserón con un niño de piedra y hierbabuena también calles con tiendas que se encienden al caer la noche a las cinco y media de la tarde y gentes que andan por el barrio con el frío y bares también encendidos con mirador
todo en el mapa en el instante de un clic mientras en el techo gira en círculos el ventilador

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o indicador percorre a imagem desfeita
o mapa a pressão sobre o papel

                               sigo
                               o percurso pelas ruas mal traçadas
                               o percurso na cidade que não conheço
                               a cidade que moro desde que nasci

a cidade que moro desde que nasci
não é a cidade que moro
hoje depois de tanto tempo depois de tantas partidas
mas tampouco sei da cidade que moro hoje nesses dias
em que os mapas se desfazem debaixo dos nossos pés

                             não conheço cidade alguma
                             a cada partida a cada retorno
                             recomeço

                                                                            Annita Costa Malufe, Como se caísse devagar



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