Todos se habían ido.
Quedaban pequeños pájaros
deslizándose de puntillas sobre el agua
de la orilla,
una mariposa amarilla revoloteando
como un objeto perdido,
una bandera roja e inútil,
y las garzas
tranquilas y blancas.
Quedaba la playa desierta
la espuma hinchada brillando
sobre la arena
resto frágil de mejores días.