Una décima de segundo después de oír los primeros pájaros y de,
con los ojos cerrados aún, adivinar el
hilo tenue de luz que empieza a abrir la oscuridad de la noche, je pense à toi.
Vivir, viajar, moverse, cambiar, partir, perderse, quedarse... Caminar. Mirar. Escribir sobre el asunto.
sábado, 19 de diciembre de 2015
lunes, 12 de octubre de 2015
No trilho
- cante suas perdas, cate suas pedras, no trilho desse bonde.
- há força nisso também, filha, há força nisso também"
Laura Castro: O telefone tocou novamente
Lo que crece y muere
"Pero las estrellas brillan sobre nuestras cabezas, el sol arde. La hierba crece y la tierra, bueno, se traga todo lo que es vida y borra todas las huellas, vomita luego nueva vida en una cascada de miembros y ojos, hojas y uñas, pajas y colas, mejillas, pieles, corteza e intestinos, que se vuelve a tragar. Y lo que nunca llegamos a entender del todo, o no queremos entender, es que todo esto ocurre fuera de nosotros, que nosotros no formamos parte de ello, que no somos más que lo que crece y muere ciegamente, igual que son ciegas las olas del mar".
Karl Ove Knausgard: Un hombre enamorado
Lo que crece pueden ser hojas o espantos, deudas, flores, uñas, dientes, crece el caudal del río, los muertos por accidente, los celos, la angustia, el desánimo, crece la pena, la hierba, la humedad relativa, el tedio. También la risa crece - algunas veces - las carcajadas, la alegría a borbotones, el deseo viene como la marea y crece lento. Los hijos, la masa del pan, los encuentros. Crece la tripa, el pelo, la espera.... Y mueren después las flores, las hojas, los espantos, el recuerdo, los ríos, los muertos, los celos, el amor, la pena. Se seca el deseo, la hierba, la risa, las carcajadas, la humedad, el pelo, la garganta, la tierra. Lo que crece pueden ser hojas.
viernes, 2 de octubre de 2015
Cartografías III
Hay arena y una playa. Una mesa llena de amigos, pocos, que no pueden faltar y otros que están por llegar. En la arena, en la mesa, caracolas, fruta, vino, pan. Hay un libro con mi nombre y muchas palabras en construcción, yendo y viniendo sobre las hojas de papel.
Hay una casa y un jardín lleno de verde y hojas - unas que caen, otras que se renuevan. Hay un taller de descubrimientos adonde vuelven las palabras después de pasear por la playa. En la mesa del taller hay botes de pintura de colores, frascos con conchas, arena, cuadernos, piedras, cristales, hilos. Una brújula. En la casa hay espacio y luz y color. En las paredes, cuadros de mis amigos, que pintan y sueñan, inventan. Hay tejidos y mantas y cajitas que he comprado en viajes adonde he ido siempre muy bien acompañada, o sola, y bien acompañada también.
En el tejado hay una veleta que muestra la dirección del viento. Hay una cocina grande como un corazón llena de cacerolas y especias y conservas, aceites, licores y hierbas aromáticas, con una mesa grande y una silla para cada amigo, mi hijo, mis hermanas.
Desde mi habitación, tras la vegetación del jardín, se oye el mar. En la terraza, tumbado en la hamaca duerme un hombre con ojos que miran y manos de gigante, un hombre que me bebe, me abraza. En la cama, hay buen dormir, calor, suspiros. La cama, a veces es barco, a veces nido.
Cartografías II
Navegar é preciso.
O agora é preciso. O azul.
A poesia. O filho. As amigos
O tempo pleno, cheio.
O homem. O mar.
Olhar é preciso.
Andar, nadar.
Dançar. Me amar.
É preciso o sol, a coragem.
A sede...O tempo.
Cartografías I
La casa tiene un portal y una escalera gris de madera por donde se sube a ella. Y una puerta de madera con una aldaba para llamar. Un pasillo de tablones de madera. No veo mucha luz, ni muchas personas. Mi madre y mis hermanas y una ausencia. El peso de ese vacío y del luto.
Está la cocina con los fogones y la cocina de carbón; la ventana por donde se ve la calle que va a la escuela. Mi madre en la ventana, sacudiendo la balleta del polvo, saludándonos cuando íbamos a la escuela. En la cocina está el balde donde me bañan y me frontan las rodillas y el paño blanco de planchar sobre la mesa. También un tazón con nata de leche para hacer bizcocho.
En la sala, la galería, especie de balcón acristalado donde estoy yo y mis hermanas y los muñecos y toda la luz que entra de la calle por las paredes de vidrio. El muñeco que es como un ratoncito grande. El patito Lucas. Bruno, el muñeco con cara de pillo. Y las vías del tren. Los jardines de la fábrica. Los montes. Detrás de los montes yo pienso que está Barcelona. El gris del polvo de la fábrica y las máquinas de los trenes que van y vienen por las vías del tren: la negra de vapor y la amarilla elécrica. Somos tres niñas que ven los trenes pasar.
En la sala hay unas cortinas gruesas con dibujos negros y blancos y una alfombra áspera que si te
sientas raspa la piel y quedan marcas como agujeritos. Hay una chimenea falsa que no es chimenea. Y una foto de familia en la repisa, mis padres y nosotras,y yo escapándome, casi me acuerdo del gesto y de la mano de mi padre reteniéndome, cuando se hizo. Después quedó solo la foto.
En la sala también veo un árbol de Navidad, un roble traído del monte junto a mi madre de negro. Hay un tresillo de patas largas redondeadas, completamente años sesenta.
El pasillo es largo y hay una planta de hojas oscuras al fondo en una vasija de barro forrada con fotos de revista y barnizada encima. También hay una ventana, creo. Allí está el nacimiento, aquella Navidad, con figuras grandes, Reyes Magos, pajes, el río, el puente, el musgo.
Toda la luz de la casa está en la galería que es como una pecera transparente desde donde se ven las vías, la calle, el frío cuando nieva y el mundo que se adivina.
domingo, 13 de septiembre de 2015
Distancias
Entretanto padeço de lonjuras.
Desde criança minha mãe portava essa doença.
Ela que me transmitiu.
Depois meu pai foi trabalhar num lugar que dava
essa doença nas pessoas.
Era um lugar sem nome nem vizinhos.
Diziam que ali era a unha do dedão do pé do fim
do mundo.
A gente crescia sem ter outra casa ao lado.
No lugar só constavam pássaros, árvores, o rio e
os seus peixes.
Havia cabalos sem freios dentro dos matos cheios
de borboletas nas costas.
O resto era só distância.
A distância seria uma coisa vazia que a gente
portava no olho
E que me pai chamava exílio.
Manoel de Barros, Ensaios fotográficos
lunes, 7 de septiembre de 2015
Vuelo
Hay momentos en un vuelo en que todo se llena de calma. El avión no se mueve, avanza flotando leve en el vacío ingrávido del cielo, en esa abstracción de nubes y azul. Entra la luz brillante por las ventanillas, y dentro todo está casi quieto, en paz. El llanto intermitente de un niño y su voz quejándose, los ruidos de los pasajeros, quedan lejos, son solo un fondo suave, un colchón. Yo cierro los ojos y me adormezco. Sin miedo a nada. Unos instantes.
domingo, 30 de agosto de 2015
Sobre morir
Pero mi padre ya no respiraba. Eso era lo que le había pasado, se había roto su relación con el aire, ahora sólo lo presionaba como a cualquier cosa, un tronco, un bidón de gasolina, un sofá. Él ya no se metía en el aire, porque eso es lo que uno hace al respirar, uno se vuelve a enganchar, una y otra vez se engancha uno al mundo."
Karl Ove Knausgard, La muerte del padre
No meterse en el aire,
dejar de fluir con lo que existe.
No ser ya canal, fuente, túnel, grito, desfiladero.
No ser nariz, corriente de aire,
canto, tronco, savia, ola, llanto, huevo, nido.
Dejar de respirar, de ser viento.
No encogerse de frío. Ser frío.
No ser ya tacto, tiempo.
Ser piedra, tierra, lodo.
Materia opaca
contra la que choca el viento.
No oír el viento.
No meterse en el aire,
dejar de fluir con lo que existe.
No ser ya canal, fuente, túnel, grito, desfiladero.
No ser nariz, corriente de aire,
canto, tronco, savia, ola, llanto, huevo, nido.
Dejar de respirar, de ser viento.
No encogerse de frío. Ser frío.
No ser ya tacto, tiempo.
Ser piedra, tierra, lodo.
Materia opaca
contra la que choca el viento.
No oír el viento.
jueves, 20 de agosto de 2015
Estocolmo
"Hasta que me mudé a Estocolmo tenía la sensación de que en mi vida había una continuidad, como si se extendiese ininterrumpidamente desde la infancia hasta el presente, enlazada siempre por nuevas relaciones, en un compleja e ingeniosa configuración en la que cada fenómeno que veía era capaz de evocar un recuerdo que despertaba en mí intensos sentimientos, algunos con un origen conocido, otros no. Gente con la que me encontraba que venía de ciudades en la que yo había estado, viejos conocidos, todo formaba una red densamente tejida. Pero cuando me mudé a Estocolmo, ese exceso de recuerdos se hizo cada vez más raro, y un día cesó por completo. Es decir, todavía podía recordar, lo que ocurría era que los recuerdos ya no despertaban nada en mí. Ninguna añoranza, ningún deseo de volver, nada"
Karl Ove Knausgard, La muerte del padre
El traslado a otro mundo, otro espacio, conlleva de algún modo el abandono de quien fuimos antes, de la historia, el pasado, las referencias. Partir a otro paisaje, otro yo. Empezar de nuevo.
En ese vacío nuevo, hay algo que engancha, un territorio sin equipaje. La vida se convierte en otra cosa, un transitar más leve, un recorrer los días como quien viaja siempre. Parece que se olvida. No se olvida, pero lo de antes, el otro sitio, es como una nebulosa, apenas se piensa en ello. Es mirar siempre a lo otro y a sí misma como a otra también, Te acostumbras y cada vez da más pereza volver. Sería como cargar de nuevo con todo el equipaje. Parece que pesa. Y aplazas el decidir. Y cada vez está todo más lejos. Más distante de quien eres ahora. Más cerca del olvido. Y tal vez es cierto que un día la añoranza cesa. Sin embargo, a veces vuelve y duele. El vacío y el olvido a veces duelen.
domingo, 16 de agosto de 2015
El ser de cada uno
"Cada uno de nosotros tiene un tema principal, un hilo conductor, un estribillo, un perfume propio que lo envuelve, una música de fondo que lo acompaña siempre, inalterable, silenciada a veces, pero persistente e inevitable"
"Todos vemos cosas distintas, todos vemos siempre lo mismo, y lo que vemos nos define absolutamente. Y amamos instintivamente a los que ven lo mismo que nosotros, y les reconocemos al instante. Coloca a un hombre en medio de la calle y pregúntale ´¿qué ves?´y en su respuesta estará todo, como en un cuento de hadas".
Milena Busquets, También esto pasará
Una razón para escribir, para el arte en general tal vez: contar lo que vemos, hablar de nuestro tema, dar salida al estribillo, a eso que nos acompaña dentro, siempre, que persiste, que va y viene con innumerables formas....
Una razón para escribir, para el arte en general tal vez: contar lo que vemos, hablar de nuestro tema, dar salida al estribillo, a eso que nos acompaña dentro, siempre, que persiste, que va y viene con innumerables formas....
sábado, 25 de abril de 2015
Techos y silbidos
El personaje de Federico Luppi
dice al final de Martín (Hache):
"¿Sabés qué extrañaba yo de Buenos Aires? Los silbidos, la gente que anda
silbando por la calle. Aquí nadie silba por la calle, tardé en darme cuenta.
Notaba algo raro pero tardé unos cuantos meses en darme cuenta. Casi me vuelvo.
Me entraron ganas de volver. Pero pasó. Era absurdo. No se puede volver a un
lugar porque querés oír silbar a la gente"
¿No se puede volver a un lugar
porque quieres oír silbar a la gente? ¿Acaso no es un buen motivo a depender
del tamaño del hoyo que nos provoque esa falta? Te quedas si aprendes a
convivir con el hueco, con la orfandad. Si haces de ella un contenido.
I
Yo echaba de menos las luces tras
los escaparates de las tiendas y los bares, recién encendidas al caer la tarde,
en invierno. Las parejas y los amigos
sentados en los veladores de los cafés. Los primeros fríos. Recorrer las calles
sin rumbo a cualquier hora, de noche. Las voces de los niños en el patio de la
escuela, más allá de las ventanas, lejos. Las campanadas de las iglesias o de los
relojes que tocan las horas. Las sirenas de las ambulancias al fondo.
El mundo que suena aquí en cambio
todavía, a veces, me parece raro, algo ajeno y exótico. A menudo agresivo e invasivo, la
música en todas partes, los pitidos incesantes de los coches. A veces, viene
con los ecos de un mundo que ya se perdió: los vendedores ambulantes que cantan
sus productos por las calles, o en las playas. Otras es el grito ensordecedor
de una naturaleza intensa y excesiva, como las miles de cigarras que sonaban
por las mañanas en el parque que había junto a la primera casa en que viví. Sin embargo, ya es un mundo también mío. Las paredes de mi casa, una burbuja, un lugar al que llegar también. Y los caminos que dibujo con mis pasos: mi playa, dos museos, un teatro, las calles que piso. Algún amigo.
Pero año tras año, vuelvo a
sentirme en casa, acurrucándome en las voces de los niños y en las sirenas,
cuando despierto en Barcelona, cada vez que vuelvo. Me reconozco también en los
ladridos de los perros y los cencerros lejanos de las vacas en el monte, allá
en mi pueblo. El sonido del pertenecimiento.
Quedarse en el sitio de uno, volver al sitio de uno; formas de amparo, de sentirse protegido. Un descanso. Sentir que se puede estar allí sin
pensar en qué lugar se está. Sin que exista la conciencia de estar en otro sitio. El
lugar está dentro de uno. Uno está dentro del lugar. No hay que hacer nada para
habitarlo, para apropiarse de él. Todo lo que es ese sitio te pertenece: la
luz, la temperatura, el ruido.
Irse del sitio de uno. Transitar por lugares nuevos, hacerse habitante de otro, ser adoptiva. Tiene su emoción. La libertad de construirse de nuevo, de ser otra, constantemente. Al final, la casa la hacemos dentro.
III
Martín, el padre, en la película, se acostumbra a no oír los silbidos, a convivir con la orfandad, la falta. Constuye su casa-burbuja lejos de su país, se hace otro. Hache, el hijo, necesita volver a su mundo, para empezar a vivir, a construirse, a partir del pertenecimiento. Uno se va para quedarse. El otro vuelve.
domingo, 12 de abril de 2015
Momentos fugaces de un invierno efímero
I
¿Cómo es volver a un lugar donde
sigue la gente de siempre – algunos rostros familiares que conoces desde niña? Parecen
no haberse movido, en el mismo lugar donde siempre han vivido, sometidos al
ritmo lento de la vida conocida, el paisaje en que han nacido, el mismo sol que
dora las acacias desnudas todos los inviernos. ¿Cómo debe de ser vivir reconociéndose
en el transcurrir previsible de las horas, viendo a los otros – habitantes de
siempre del mismo barrio – salir por las mañanas, entrar en la oficina de la
caja, sentarse en la terraza del bar con la cerveza, envejecer poco a poco? Hay
algo plácido en ese existir lentamente
mientras se va haciendo tibio el sol del invierno y poco a poco se ensancha la
luz hacia la primavera. Esos rostros familiares, antes adolescentes o jóvenes,
hoy ya envejecidos, repitiendo gestos, rutinas, lugares. ¿Será para ellos esta
vida plana más reconfortante, más plácida, más fácil? ¿Se sentirán también inciertos,
difusos en un lugar inestable, nunca suyo?
II
Despertarte arrebujada dulcemente
en el edredón caliente, dormitando sin prisa, oyendo el silencio hueco de la
casa tibia todavía y las voces apagadas, lejos, de los niños en la escuela,
ignorando la absoluta precariedad del nido. Haciendo como que será así para
siempre, soñando que todo dura. Disfrutando del descanso absoluto de despertar
en la casa que te acoge. Amando el frío, la luz suave y paulatina de la mañana
invernal. Burbuja fugaz que te pertenece y no es intercambiable, ni eterna. Tal vez es la última vez. Habrá un día, ya próximo, en que no existirá este nido.
III
Reconocerte a tí misma en un
sitio. Pertenecer a las calles, el bar de la esquina, los bancos del parque, la
tienda de fruta. Formar parte de los ruidos, la luz, los cambios de las
estaciones. Es un descanso, un regazo, una forma de amparo. Vivir sin eso es un
viajar constante y lo malo es que ya no llegas a ningún sitio y nunca te
recuperas.
IV
La que recorre pasillos de metro
y calles y escaparates y habita los otoños y las cafeterías y el claustro de la
catedral, la que sueña y firma y fecha los libros, la que sale a mojarse de
lluvia, la que conduce hacia Levante por la carretera, la que fue. La que vive en el trópico y busca en el cielo
y mira el caos y los agujeros, la que guarda una caracola del Caribe, la que revive
a la que era cuando pisa de nuevo los pasillos. La que fue y la que es ahora. Las
dos. Absolutamente las dos. Ahora, en los pasillos del metro.
Is that all there is?
"Eu lembro quando eu era uma menina, nossa casa pegou fogo e
eu nunca esquecerei o olhar no rosto do
meu pai enquanto ele me apertou em seus braços e correu até o
prédio em chamas, pra fora da calçada e eu fiquei lá parada, estremecendo
e assisti o mundo todo arder em chamas e quando tudo acabou eu
disse pra mim mesma “Isso é tudo que o fogo faz? Isso é tudo?”.
Isso é tudo? Se isso é tudo, meus
amigos, então vamos continuar dançando, vamos
nos embebedar e carregar nosso fardo, se isso for tudo.
E quando eu tinha 12 anos, meu pai me levou ao circo, o maior
espetáculo na Terra. E lá havia palhaços e elefantes, ursos
dançantes . E uma bela mulher vestindo um macacão rosa, voou alto acima
de nossas cabeças e enquanto eu estava lá
sentada, assistindo, eu senti que algo estava faltando, não sei o
que mas, quando tudo acabou, eu disse a mim mesma “Isso é
tudo que o circo é?”. Isso
é tudo? Se isso é tudo, meus amigos, então vamos continuar dançando, vamos nos embebedar e carregar nosso fardo, se isso
for tudo.
E quando eu me apaixonei pelo garoto mais maravilhoso do mundo,
nós fazíamos longas caminhadas pelo rio ou só ficamos sentados por
horas, olhando um pros olhos do outro. Nós
estávamos completamente apaixonados e então, um dia ele foi embora
e eu pensei que iria morrer, mas eu não morri. E quando eu não
morri eu disse a mim mesma “Isso é tudo que o amor faz?”.
Isso é tudo? Se isso é tudo, meus amigos,
então vamos continuar.
Eu sei o que
vocês devem estar dizendo a si mesmos se esse é o jeito que ela se sente
então
porque ela não dá um fim a isso tudo. Ah não. Não eu. Eu não estou
pronta para a decepção final porque eu sei exatamente, enquanto eu estou
aqui falando com vocês que quando momento
final chegar, e eu estiver respirando minha ultima respiração, eu
sei que eu estarei dizendo a mim mesma, “Isso é tudo?”. Isso
é tudo? Se isso é tudo, meus amigos, então vamos continuar dançando,
vamos nos embebedar e carregar nosso fardo,
se isso for tudo."... canta Peggy Lee.jueves, 2 de abril de 2015
Olvido
"... as lembranças também são seres-tempo, como as flores da cerejeira ou as folhas do ginkgo: elas ficam lindas por um tempo, depois murcham e morrem"
Ruth Ozeki, A terra inteira e o céu infinito
domingo, 29 de marzo de 2015
Momentos
Descubro un solarium-terraza en la zona de embarque del aeropuerto de Barcelona. Un espacio de remanso, de silencio y sol, con un parterre de romero en flor. Leo y tomo el sol intenso y brillante de primavera. Cojo una ramita de romero y me la llevo de amuleto. Me da buen augurio y calma y suaviza la tensión del viaje. Disfruto lentamente de este momento, de haber descubierto este mundo aparte. Somos solo tres o cuatro viajeros-lagartos al sol. Dentro, el movimiento imparable del aeropuerto, el tránsito. Esto, un paréntesis, una burbuja, un regalo. En el cielo los aviones que despegan.
"A natureza granular do tempo: os 6.400.099.980 momentos que constituem um único dia. Cada um desses momentos nos oferece a oportunidade de restaurar nossa determinação. Até um estalar dos dedos nos da 65 oportunidades de despertar e escolher ações que gerem carma benéfico e mudem nossas vidas"
"Tudo no universo está em constante mudança, nada fica igual, e nós precisamos comprender a rapidez com que o tempo passa se quisermos despertar e começar a viver realmente as nossas vidas".
Ruth Ozeki, A terra inteira e o céu infinito
lunes, 16 de febrero de 2015
Amistad a lo largo
Siempre en el camino, aunque no estén. Van con uno, conocen a uno, te reconocen. No es necesario fingimiento, ni máscaras, ni ropas adecuadas. Nos quieren. Nos han escogido y cuando al cabo de meses de no verse nos vemos, nos tenemos inmediatamente, las risas, los gestos, las palabras, los silencios, las miradas, el tiempo compartido, lo vivido juntos, lo vivido solos. Todo nos une. Nos hemos elegido. Son parte de lo que somos, somos con ellos. Nuestra historia. Poquitos pero suficientes, tan grandes, inmensos. Lo llenan todo, hacen pequeño lo que nos falta. Son un tesoro. La vida sigue su curso y ellos siempre vuelven.
Amistad a lo largo
Pasan lentos los días
y muchas veces estuvimos solos.
Pero luego hay momentos felices
para dejarse ser en amistad.
Mirad:
somos nosotros.
Un destino condujo diestramente
las horas, y brotó la compañía.
Llegaban las noches. Al amor de ellas
nosotros encendíamos palabras,
las palabras que luego abandonamos
para subir a más
empezamos a ser los compañeros
que se conocen
por encima de la voz o de la seña.
Ahora sí. Pueden alzarse
las gentiles palabras
--esas que ya no dicen cosas--,
flotar ligeramente sobre el aire;
porque estamos nosotros enzarzados
en mundo, sarmentosos
de historia acumulada,
y está la compañía que formamos plena,
frondosa de presencias.
Detrás de cada uno
vela su casa, el campo, la distancia.
Pero callad.
Quiero deciros algo.
Sólo quiero deciros que estamos todos juntos.
A veces, al hablar, alguno olvida
su brazo sobre el mío,
y yo aunque esté callado doy las gracias,
porque hay paz en los cuerpos y en nosotros.
Quiero deciros cómo todos trajimos
nuestras vidas aquí, para contarlas.
Largamente, los unos a los otros
en el rincón hablamos, tantos meses!
que no sabemos bien, y en el recuerdo
el júbilo es igual a la tristeza.
Para nosotros el dolor es tierno.
Ay el tiempo! Ya todo se comprende
Jaime Gil de Biedma
domingo, 18 de enero de 2015
La pasión del viaje
Anotaciones a:
1. La búsqueda del otro, lo otro.
En el viaje siempre está la tentación de buscar a aquel otro que está en ti mismo, de buscar otra vida o de encontrarte tú diferente, encontrar otra vida dentro de ti. En La Odisea, no está claro que Ulises tuviese muchas ganas de volver, podría haberlo hecho antes, pero lo va retrasando, retrasando porque van surgiendo los diversos otros Ulises que hay dentro de él. En el viaje está implícita la obsesión por cambiar de identidad: buscar la alteridad, el otro que hay en ti.
La experiencia del viaje no depende tanto de ir a Australia o de quedarse en una silla sino de esa capacidad de colocarse fuera de uno mismo, de verse desde fuera.
2. La no linealidad.
Nuestra vida normal es lineal. El viaje facilita una vivencia circular del tiempo, cíclica. En el viaje siempre se plantea el ciclo de la vida humana.
3. Viaje versus turismo.
Estar en un lugar es ocupar un lugar pero no tener la experiencia del lugar. Turismo y viaje es la misma distinción que podemos hacer entre erotismo y pornografía: el turista de masas se parece al que practica la pornografía - consume el producto del sexo - el erotismo, en cambio es como el viajero que vive la experiencia del viaje. El erotismo - el viaje - exige un dominio de la mirada y un dominio de los ritmos. El turista masivo se dejar llevar, consume, practica el utilitarismo.
4. Viaje como peregrinación.
El viaje en profundidad implica siempre un elemento de iniciación. El viajero se ve obligado a elegir entre varios cruces sin que cuente - en el verdadero viajero - lo que las voces gregarias le dicen.
El viaje se va convirtiendo en una experiencia cada vez más personal en la cual lo que está a prueba es la libertad. El viajero es una aprendiz de la libertad y el viaje es un aprendizaje de la libertad. Por eso tiene algo de religioso, sagrado, ya que es una experiencia simbólica: ir a buscar la otra mitad de sí mismo. El viajero busca constantemente esa otra mitad que no tiene pero que presume poder encontrar.
5. El viaje necesario
El viaje del hombre contemporáneo, actual, debe ser el viaje al interior del hombre.
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