martes, 3 de diciembre de 2013

Invierno

El invierno como un lugar al que se llega, como el último lugar, el del vacío, el del frío, el de la muerte. En este poema - mi hermana me envía otro poema - está la calma triste del invierno, ese vacío blanco y el silencio, la soledad, como la de las laderas del monte de mi pueblo, cubiertas de nieve.  Y también su belleza. Hay algo cálido en el texto, algo de descanso y afecto en la mano que nos lleva. Una mezcla de tristeza o elegía y de magia, un poco de calor en medio de tanto frío. Como el cuerpo voluminoso de esos caballos en el monte, sus melenas, su silencio.                                                                                                                                            
                                                                                          (Foto Valdeolea Valle) 

PASEO II

Me toma el invierno
de la mano
como si fuera mi abuelo,
y nos vamos juntos los dos
de paseo
por un paisaje
sin hojas.
Se pierde mi mano en la suya
mientras nos adentramos
sin tiempo
en una pradera profunda
y sin caminos.
Los árboles pelados,
el río hecho hielo,
las piedras ateridas.

Es muy grande y fuerte
mi abuelo,
como este invierno
viejo y taciturno.
Pasamos
por la cueva de los lobos,
pasamos
por la tumba de mi padre,
ni flores, ni colores, ni arco iris,
solos el invierno y yo.
Yo le acompaño a morir,
él se quiere despedir.
               Alicia Blanco


domingo, 1 de diciembre de 2013

Espacio intermedio

"Siempre será un misterio para él cómo el espacio entre dos personas funciona a base de chispazos, o más bien cómo el espacio entre un hombre y una mujer depende del latigazo imaginario a partir del cual se desencadena una locura irracional y estúpida que no puede controlar. Difícil acertar. La punta del látigo puede con todo, atraviesa el espesor con esfuerzo, la oscuridad, los sentimientos."
                                                                             Lara Moreno, Por si se va la luz



“ Si existiera algún dios no estaría en ninguno de nosotros,
 ni en ti ni en mí, sino en este pequeño espacio intermedio” (Antes del amanecer)

Hay millones de organismos minúsculos
en el espacio intermedio entre mi piel y la tuya,
plancton invisible
que se espesa como vapor
en los segundos previos
al pequeño movimiento de un dedo
que quisiera tal vez acercarse y rozarte.

Dubitativamente se mueve, 
imperceptiblemente se alarga,
milímetros de casi nada,
mientras el aire se arrastra de la nariz al pulmón
y sale ardiendo por la boca y todos los poros.
Una y otra vez.

Tú me sigues con los ojos y dibujas mi silencio,
entre nosotros se infla y ensancha esa nada
palpitante y transparente, vaporosa.
Nada pasa. Sólo mi piel que respira.
Y la tuya, tan cerca

Beatus Ille


"Vivo aquí desde hace muchos años, pero recuerdo cada día que he pasado en este lugar, sobre todo porque casi todos son iguales. me quedé aquí porque fue el único sitio que encontré donde la fórmula del tiempo se desvanece. No digo que la repetición infinita de las horas no haga retumbar la angustia, pero aquel tiempo voraz que me corroía no surte efecto."

"A veces me montaba en el autobús solo para recordar, para sentirme parte de la ciudad, para cederle el asiento a una embarazada. Es el bullicio, la posibilidad del contacto físico sin consecuencias y el escaparate que somos en las ciudades lo que echo de menos a veces"
                                                                      Lara Moreno, Por si se va la luz

Un pueblo abandonado, un lugar en el campo, donde recomenzar. Vivir de otra manera, romper con inercias ilusorias. Huir de la degeneración paulatina e inexorable de la vida a la que nos ha llevado la industria, la tecnología, el consumo. En un futuro que es casi como el presente, el planeta se arrastra poco a poco al fin. Una pareja lo deja todo y llega a un pueblo aislado donde viven apenas cuatro personas. Un beatus ille post industrial, donde el contacto directo con lo esencial, la tierra, el sol, el frío y el calor, se combina con la espera silenciosa a que llegue un futuro en que faltará la electricidad y el agua ya no saldrá por los grifos. A pesar de esa angustia contenida por un final que se vislumbra, la desconexión y la presencia de la naturaleza alivian y permiten, aunque sea, soñar con otro principio.