¿Pero quiénes son ellos, dime, los ambulantes, esos un poco
más fugaces aún que nosotros mismos, a quienes de
un modo insistente, desde muy pronto
los retuerce una - por amor a quién, a quién -
voluntad nunca satisfecha? Sino que ella los retuerce,
los dobla, los entrelaza y los agita de un lado para otro,
los lanza y los vuelve a coger; como de un aire
engrasado, más liso, bajan y se posan
en la alfombra gastada, más delgada
por su eterno brinco, esta alfombra
perdida en el universo.(...)
Rainer María Rilke, Elegía V
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