En la vida hay historias que se
cuentan, decisiones, actos, acontecimientos, que conforman el relato, la
biografía… Y luego están las que no se cuentan, no tienen narrador porque no
acontecen, son cosas que palpitan, se sienten, se piensan o se sueñan, o se
dicen a media voz, historias que pudieron pasar y no pasaron, que pudieron
convertirse en hechos, en biografía, si algo que no se explica hubiera
desencadenado la acción; sin embargo
permanecieron latentes, en otro plano. Son como agujeros negros adonde caen las
cosas que pudieron ser y no fueron, que hubieran podido ser si algo hubiera
sucedido de otro modo, si alguien hubiera cogido algún tren… Creo que en estos
agujeros negros habitan posibles novelas, una vida paralela invisible y mágica,
inaprensible pero intensa, que perdura en nosotros en ecos infinitos, que va tejiéndonos por dentro pero nadie ve, que nos conforma el alma, la memoria –
recordar lo que fuimos, imaginar lo que pudimos ser...
Pertenecen al territorio
de la literatura. Si se cuentan bien, revelan la vida porque en ellos palpitan las
cosas no dichas, los sueños, anhelos, recuerdos, las miradas sutiles, los
significados escondidos detrás de cada gesto… Lo que pasa por dentro mientras
transcurre la vida. Luego nos vamos y en algún lugar queda un intenso y
profundo agujero negro. A veces sus ecos prevalecen en quien queda, y van llenando otro agujero. Vete a saber por cuánto tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario