Como nunca pudieron ser. Tal vez hermosos
y cogidos del brazo por las calles iluminadas al atardecer, entre bulevares. Un
cigarrillo en los labios, brillando la juventud en el cabello intenso y el
viento agitando la falda de ella en las pantorrillas. Tal vez cómplices en un
amor prematuro, ella adolescente. Y entorno a ellos, los cafés y sus miradores,
semáforos en rojo, Françoise Hardy y pinchos de tortilla.
En las pequeñas distancias, el placer del
roce de un brazo y de la mano de él cálida en su cintura bajo la camisa, a
menudo. Alguna palabra al oído. Y sus labios de repente cerca, soplándole
brisas en el cuello.
Muy bonito
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