domingo, 12 de enero de 2014

Além do horizonte



Le envié esta canción en mi último mensaje escrito. Ahora ya no está, solo su vacío en ese espacio vago de nuestras conversaciones virtuales, pobladas del paisaje de nuestra infancia y de pequeños gestos cómplices, de ironías, de fantasías, de literatura, de cine…. Una vez al año, encuentros de una cena con largo paseo y charla. Siempre los ecos de  algo indefinible que flotaba entre los dos. En mí, la intuición de su sensibilidad escondida, forrada de racionalidad y de ironía, un alma a descubrir. En él siempre la atención y la educación exquisita, la inteligencia mordaz y la sensibilidad especial para todo lo sutil, aunque lo disimulara, un gran lector, un gran oyente de música, un amante del cine. Su amistad y complicidad, un descubrimiento tardío, un reencuentro. Algo especial. Un privilegio y un placer haberle tenido próximo estos años últimos en que nos hicimos amigos. Ahora queda vacío ese espacio no espacio en que transcurrió  nuestra amistad, parece que se nota poco, nada cambia desde aquí tan lejos, al otro lado del mundo, incluso puede parecer que sigue allí al otro lado, como siempre. Sin embargo, saber de su muerte abre  un vacío, un pozo. Un imprevisto.
Habrá que grabar mensaje a mensaje en un pergamino, enrollarlo bien y meterlo en una botella y lanzarlo al océano, que viaje y flote en las aguas hasta el fin de los tiempos. Un poco de vida en una botella, fragmentos,  márgenes. Lo que yo conocí. Lo que ahora me falta.
Le gustaba Nara Leão. Sé que oyó esta canción con mi mensaje, y creo que, con su ausencia definitiva, tiene un sentido mayor. Allá donde esté. Más allá del horizonte.

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