miércoles, 20 de abril de 2016

Nido



Hay días que, en el espacio pecera de mi mesa de trabajo, olvidada del aire y del mar, de la brisa y las piedras, de las hojas, absorta en una burbuja de aire acondicionado y luz eléctrica, me levanto de mi mesa y voy afuera unos instantes, a tiempo de ver de repente que es casi de noche pero todavía atardece. Todavía, a tiempo de ver el cielo rosa y malva con la última luz evanescente que es suave y dulce y fugaz. Solo unos instantes, como dejarse abrazar.Y después volver al trabajo.
Hay días en que estoy tan cansada que me sobreviene una tristeza casi al borde del llanto y hago el camino de vuelta  a casa como arrastrando las piernas. Un hueco apenas, un nido, zambullirme en agua cálida y sólo dejarme abrazar. 



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