jueves, 3 de enero de 2019

rostros


Veo rostros conocidos a menudo. Los reconozco pero no sé de quién son. Ni de dónde o cuándo. De qué ciudad, barrio o época. Pero sé que los he visto antes o que transitaron por el mundo que habitaba yo entonces, hace tiempo.
Acabo de ver pasar a uno de ellos mientras espero al tren. Un hombre alto, de mi edad probablemente, con un pelo lacio de color trigueño que le caía sobre la frente y la piel pecosa llena de arrugas. Tenía todavía algo del antiguo adolescente espigado y distraído que posiblemente fue. Tal vez vivía en mi barrio o fue mi alumno hace veinticinco años. A lo mejor es solo azar, una combinación de rasgos y gestos que resulta en algo familiar.
Esos reconocimientos súbitos, cuando suceden, abren como una rendija hacia algo que se perdió en el tiempo. Me hacen sentir un poco en casa, aunque no la reconozco, la casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario